Tambor. Corvina. Camarón. Los nombres de estas criaturas marinas evocan el vibrante paisaje sonoro de nuestros océanos, desde las llamadas de los organismos a los sonidos de la actividad humana o incluso la actividad meteorológica: el océano es rico en sonidos. La monitorización acústica pasiva (PAM) proporciona una ventana única a este mundo submarino, ofreciendo una visión crítica tanto para la investigación científica como para los esfuerzos de conservación basados en la comunidad.
Vigilancia acústica pasiva
La PAM ofrece un método rentable y efficiente para recopilar datos de los ecosistemas oceánicos. Con la posibilidad de prolongar los periodos de grabación bajo el agua, los equipos de PAM nos permiten vigilar el ecosistema sin perturbarlo. Esto es especialmente notable por la noche, cuando la monitorización suele implicar iluminación artificial. Además, la PAM ha demostrado ser una herramienta valiosa en condiciones meteorológicas adversas que hacen difficultoso o incluso imposible el trabajo de campo.
La tecnología PAM sigue mejorando, desde la reducción de tamaño y peso hasta la mayor duración de las pilas y el aumento de la capacidad de almacenamiento de datos. Estos avances han propiciado la evolución de los dispositivos PAM, que han pasado de enormes matrices cableadas a grabadoras compactas. Estos nuevos modelos tienen aproximadamente el tamaño de una cámara GoPro y pueden costar tan sólo 100 dólares.
Estas mejoras permiten a los investigadores recopilar datos sustanciales incluso con recursos limitados. Sin embargo, la riqueza de los datos recopilados plantea sus propios retos, ya sea por el volumen, la calidad o la interpretación de la información.
Los métodos de análisis actuales utilizan programas informáticos especializados para la interpretación visual, el análisis de la escucha/reproducción y técnicas computacionales. Aunque la Inteligencia Artificial (IA) resulta prometedora para gestionar grandes conjuntos de datos, sigue siendo necesaria la verificación humana.
Y lo que es más importante, la IA no puede sustituir el papel vital que desempeña el compromiso de la comunidad en los esfuerzos de conservación. Los seres humanos deben participar activamente en la solución.
El Arrecife Mesoamericano (SAM), la segunda barrera arrecifal más grande del mundo, sigue siendo poco investigado a pesar de su significación ecológica. Este sistema arrecifal se extiende desde el extremo de la península de Yucatán hasta Belice, Guatemala y Honduras. Casi la mitad del SAM se encuentra a lo largo del estado mexicano de Quintana Roo.
La iniciativa Ocean World of Sound mantiene un seguimiento a largo plazo en tres lugares del norte del SAM: Isla Contoy, Isla Mujeres y Punta Nizuc. Equipos como el Loggerhead SNAP registran paisajes sonoros de 30 segundos cada 15 minutos. Esto permite periodos de despliegue de casi cuatro meses. Los datos se almacenan en una tarjeta micro SD y se recogen cada dos meses. Debido a la simplicidad y el tamaño de nuestros sistemas, un equipo de dos personas en una pequeña embarcación puede completar despliegues y recuperaciones en menos de una hora.
Casi la mitad del SAM se sitúa a lo largo de la costa de Quintana Roo, que está dividida en ocho Áreas Marinas Protegidas (AMP). A pesar de la importancia ecológica de estas zonas, en los últimos años el gobierno mexicano ha reducido significativamente los fondos destinados a las Áreas Naturales Protegidas. En consecuencia, estas AMP suelen carecer de personal y fondos suficientes, aunque son responsables de la gestión de vastas zonas frecuentadas por turistas. Un ejemplo es el Parque Nacional Costa Occidental de Isla Mujeres, Punta Cancún y Punta Nizuc (PNCOIMPCPN). Este parque se extiende a lo largo de 3.348,7 millas cuadradas y acoge a más de 6.000 turistas al día. A pesar de su tamaño y volumen de visitantes, sólo cuenta con unos pocos guardaparques y una única embarcación para la vigilancia. En este contexto, la Vigilancia Acústica Pasiva (PAM) es una herramienta inestimable, ya que ofrece una capacidad de vigilancia ininterrumpida que supera con creces los estudios visuales tradicionales.
Llevamos más de una década monitorizando el PNCOIMPCPN. Solo el año pasado, nuestra estación de Punta Nizuc registró 22.500 paisajes sonoros, con más de 180 horas de datos.
Mediante el análisis de grabaciones anteriores, descubrimos que los sonidos de los peces eran más frecuentes, más persistentes y más diversos por la noche -después de que el parque marino cierre a las 17:00 horas- que durante el día. Estos hallazgos son fundamentales para evaluar la eficacia de las políticas de las AMP, orientar la planificación futura y contribuir al éxito de los esfuerzos de conservación.
Conservar escuchando
Ocean World of Sound reúne a científicos, gestores de recursos, artistas, arquitectos, submarinistas y otras personas interesadas. Tenemos una necesidad central de traducir entre disciplinas y culturas. Lo que empezó como un esfuerzo de colaboración para recoger e interpretar datos de vigilancia se ha convertido en una serie de talleres interactivos. Algunos de estos talleres se diseñaron para poder acceder a ellos desde casa, otros fueron dinámicos para niños y otros se centraron en artistas u operadores turísticos. Sin embargo, todos ellos proporcionan habilidades de escucha activa a la vez que educan a la gente sobre la importancia de los paisajes sonoros oceánicos y el papel que desempeñan en la conservación.
La ciencia ciudadana nos permite abordar las necesidades de análisis de datos al tiempo que fortalece a la comunidad. Aprovecha sus habilidades y motivaciones, mejorando el resultado de nuestros esfuerzos y garantizando el éxito a largo plazo. Esto cultiva futuros líderes de la conservación.
Algunos de nuestros talleres han dado lugar a la formación de grupos de Ciencia Ciudadana. Estos grupos nos ayudan a afrontar los retos del análisis de datos y, al mismo tiempo, a fortalecer la comunidad. Al aprovechar la capacidad y los intereses existentes, no sólo mejoramos los resultados de nuestros proyectos, sino que aseguramos su éxito a largo plazo. Antes de iniciar los talleres, realizamos encuestas para conocer las motivaciones de los participantes. A pesar de los distintos intereses, la mayoría expresó su deseo de aprender y conectar con el ecosistema marino de una forma nueva.
PAM es una gran oportunidad para vigilar, crear líneas de base y apoyar la investigación en el SAM, pero también un canal para comunicarse con las comunidades locales. Este esfuerzo les acerca a conocimientos que a menudo permanecen en los círculos académicos, proporcionándoles una comprensión más profunda del espacio que habitan. En consecuencia, fomenta un mayor sentido de pertenencia e identidad. En zonas turísticas como Cancún y la Riviera Maya, las opciones recreativas para los residentes suelen limitarse a restaurantes y bares. Por ello, estos talleres se convierten en espacios esenciales donde los miembros de la comunidad pueden reunirse para debatir temas que van desde la conservación hasta las experiencias personales. Esta nueva concienciación y, con suerte, la conexión con su arrecife, podrían ayudar enormemente a los esfuerzos de conservación, dando lugar a comunidades y ecosistemas más conscientes y resistentes.
Más información sobre World of Sound y su reto de 30 días: http://oceanworldofsound.com/challenge.html
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Artículo publicado originalmente aquí.
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