
Este verano, 65 escolares de entre 3 y 10 años del Centro Escolar de Vale de Ílhavo (Portugal) visitaron las marismas de la región de Aveiro. La actividad sirve para concienciar sobre los tesoros naturales que esconde este ecosistema único, y para implantar el interés por las STEM en las próximas generaciones, que nos guiarán en el futuro. La actividad, guiada por un equipo científico del Centro de Estudios Ambientales y Marinos (CESAM), es una actividad respaldada por la Década de los Océanos.
Las marismas son ecosistemas únicos que albergan una gran diversidad de organismos. Entre ellos se encuentran unas algas microscópicas apenas visibles y muy desconocidas llamadas diatomeas. Utilizan la luz solar y el dióxido de carbono de la atmósfera para producir biomasa y oxígeno. "Las diatomeas producen pequeñas conchas de cristal que pueden interactuar con la luz solar", explican Vera Cardoso y Alexandra Bastos, ambas parte del equipo científico y estudiantes de máster que trabajan en el laboratorio. "Recogemos estas conchas y las estudiamos con microscopios ópticos". El laboratorio investiga las propiedades ópticas y fotónicas de las diatomeas, y cómo éstas interactúan con su entorno y se enfrentan a factores cambiantes.

A primera hora de la mañana, los 65 escolares y sus profesores fueron trasladados en un autobús a la marisma de Aveiro, donde cuatro científicos guiaron a los niños a la marisma. Equipados con botas de goma, palas y cubos, los niños disfrutaron de un día soleado y recogieron muestras del sedimento fangoso y maloliente. ¿Encontraron algunos tesoros interesantes? De vuelta a la escuela, analizaron el lodo con un microscopio óptico, revelando sus brillantes y móviles habitantes: las diminutas diatomeas. Inspirados por esta experiencia, los niños formaron sus propias diatomeas con plastilina, que mostraron con orgullo a sus padres.
Los organizadores Johannes W. Goessling y Silja Frankenbach quedaron impresionados por su curiosidad y creatividad. "Esperamos que recuerden nuestro Safari a la marisma durante un tiempo. Este es su hogar, su ecosistema. Cuando crezcan, les tocará cuidar de todo esto". La actividad llama la atención sobre la urgente necesidad de mitigar el cambio climático global. La Tierra está cambiando a un ritmo vertiginoso, y serán las generaciones más jóvenes las que deban enfrentarse a ello.