La 15ª Conferencia de las Partes (COP15) del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) se celebrará del 7 al 19 de diciembre en Montreal (Canadá). Se espera que esta COP adopte el marco global de biodiversidad post-2020, una hoja de ruta para guiar la acción con el fin de detener la pérdida de biodiversidad para 2030 y lograr su recuperación para 2050. Este momento crucial para la biodiversidad de nuestro planeta es una oportunidad ineludible para mantener y restaurar la salud de nuestros océanos y garantizar que sigan regulando el sistema climático.
La comunidad oceánica hace un llamamiento a la acción a través de la declaración "No París sin Montreal", respaldada por 85 organizaciones de agentes no estatales: ONG, fundaciones, institutos científicos, organizaciones internacionales, entidades de las Naciones Unidas, empresas e instituciones financieras, bajo la coordinación de la Plataforma Océano y Clima. Construida en torno a 12 recomendaciones clave, esta declaración pide a las Partes en el CDB que establezcan un marco político ambicioso para "enderezar el rumbo de los océanos y su biodiversidad", tendiendo así puentes entre los regímenes de biodiversidad y clima, en apoyo del Acuerdo de París y posibilitando la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible. En la mesa de negociaciones, la adopción del objetivo "30 para 30" -que aspira a proteger al menos el 30% global de la tierra y el océano para 2030- será absolutamente crucial para alcanzar estas metas.
No hay futuro sin un océano sano
Desde nuestras costas hasta las profundidades abisales, el océano es el mayor espacio vital de la Tierra. En la encrucijada de todos los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad hoy en día, el océano nos conecta, sostiene y apoya a todos. La funcionalidad de los ecosistemas oceánicos debe mantenerse y restaurarse para seguir prestando sus numerosos servicios y beneficios a la naturaleza y a las personas. En efecto, un océano sano y biodiverso regula el clima, protege nuestras costas, proporciona alimentos abundantes y nutritivos, garantiza el bienestar, preserva el patrimonio cultural y sustenta los medios de vida de miles de millones de personas.
En vista de ello, la declaración "No a París sin Montreal" insta a "garantizar que todos los factores que impulsan la pérdida de biodiversidad marina y costera, tanto en tierra como en el mar, se aborden adecuadamente en el marco"; así como a "tomar medidas para conservar, restaurar y utilizar de forma sostenible los ecosistemas marinos y costeros críticos". Para ello, es crucial "minimizar las presiones antropogénicas sobre los ecosistemas y las especies afectadas por el cambio climático y la acidificación de los océanos, y reducir la contaminación costera y el exceso de nutrientes que perjudican el funcionamiento de los ecosistemas". Es hora de enderezar el rumbo de los océanos y su biodiversidad. En la COP15, los líderes mundiales deben intensificar su ambición y su acción para establecer un marco político global en el marco del CDB, que incluya objetivos ambiciosos para la protección efectiva de la vida marina.
Proteger al menos el 30% de los océanos de aquí a 2030: una prioridad para garantizar la integridad de los océanos y los numerosos servicios vitales que prestan a la naturaleza y a las personas.
En su informe Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad (2022), el IPCC afirma que menos del 8% de la superficie oceánica está cubierta por un régimen de protección, y que los niveles actuales de protección y gestión son insuficientes para limitar los daños derivados de las actividades humanas. Para mantener la integridad del océano y sus ecosistemas, y proteger a las personas que dependen de ellos, la comunidad oceánica reclama la protección de al menos el 30% global del océano en aguas nacionales y zonas situadas fuera de las jurisdicciones nacionales (como establece el artículo 4 de la Convención). Mientras que el objetivo de proteger el 10% de los océanos para 2020 en el marco de las Metas de Aichi era político, el llamado objetivo "30×30" es científico. De hecho, cada vez hay más pruebas de que la protección del 30% está probablemente en el límite de la suficiencia para "garantizar los servicios ecosistémicos esenciales" (IPCC, 2022), y requerirá una fuerte protección y una buena gestión. El "30×30" es un paso necesario, no un punto final.
Detener y, en última instancia, invertir la pérdida de biodiversidad marina no puede lograrse únicamente mediante la conservación y la restauración. Este objetivo de conservación debe ir de la mano de medidas contundentes para abordar los factores subyacentes de la pérdida de biodiversidad y gestionar de forma sostenible el 70% restante del océano. Los pueblos indígenas, las comunidades locales y otros usuarios tradicionales de los recursos, que son los que están más cerca de ellos, deben tener un papel central en el uso y la gestión sostenibles del océano.
Ampliación del mandato de la Agenda de Acción para la Naturaleza y las Personas para impulsar la acción y los flujos financieros
Los actores no estatales son agentes del cambio e impulsores de una mayor ambición. La Alianza de Marrakech para la Acción Climática Mundial (MP-GCA), un espacio dedicado a los agentes no estatales en el marco de la Convención sobre el Clima, ha sido fundamental para anclar los océanos en las negociaciones y estrategias internacionales sobre el clima. En cambio, en el Convenio sobre la Diversidad Biológica aún no existe un equivalente sólido, ya que la Agenda de Acción para la Naturaleza y las Personas (AANP) sigue siendo una plataforma de compromiso voluntario. La ampliación de su mandato podría cambiar la forma en que los agentes de los océanos se movilizan e influyen en los responsables de la toma de decisiones para impulsar medidas concretas y flujos financieros en favor de los océanos, sus ecosistemas y recursos. Por ello, la declaración "No París sin Montreal" pide que se amplíe el mandato de la Agenda de Acción "como vehículo clave para aplicar el marco mundial de biodiversidad posterior a 2020", reconociendo la importancia y el potencial del enfoque de toda la sociedad para acelerar la acción. Todo el trabajo ya emprendido en el marco de la MP-GCA podría ayudar a hacer operativa su contrapartida en materia de biodiversidad y marcar el camino hacia un enfoque holístico y coordinado. Las dos agendas de acción podrían crear nuevas formas de colaboración para alcanzar objetivos comunes y abordar conjuntamente las crisis del clima y la biodiversidad.
El marco posterior a 2020 es una oportunidad única para cambiar las tornas y restaurar con éxito la salud de nuestros océanos. Debe ser la piedra angular de una gobernanza internacional ambiciosa y holística para la protección de la biodiversidad mundial. Esto sólo puede lograrse mediante una mayor voluntad política, respaldada por agentes no estatales y un apoyo financiero adecuado, e impulsada por la ciencia. Treinta años después de la adopción de las convenciones de Río sobre biodiversidad, clima y desertificación, y en un contexto de múltiples crisis, la atención se centra ahora en la COP15, en Montreal, y las expectativas son altas. Ahora más que nunca, es el momento de reivindicar la relevancia del multilateralismo, y hacer uso tanto de los poderes diplomáticos como de la movilización de los actores no estatales para garantizar el éxito.
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Foto de IISD/ENB Mike Muzurakis